Respiraste para mí, y aún hoy le quitas el sucio al aire
para que yo siga respirando limpio… Dibujaste para mí los caminos más
brillantes, elevados, lisos y floreados que pudiste trazar…
Me enseñaste el olor a trementina, la textura de un lienzo…
Me enseñaste el olor a trementina, la textura de un lienzo…
Me presentaste los colores, el carboncillo y los
pasteles.
Me llevaste de la mano a los museos, a la danza de mi
infancia…
Colocaste los
matices de las notas en mi boca y
creíste en mí cuando las hice sonar y cuando dejé de hacerlo.
Llenas de fe
absoluta mi futuro y sueñas y soñarás por escucharme reír y sólo eso…
Me buscaste, me
hallaste y te estampaste en mí para llevar enarbolada y orgullosa siempre tu
barbilla, que con dicotomía, me recuerda que soy de tu madera… de la madera del
Pino más noble.
Tú que no haces
más que quererme y sólo eso, eres la dueña de todos los caminos de orquídeas
que pueda sembrar, regar y cuidar.
Eres la creadora
más prolija que podré conocer en esta y todas las vidas…
Una que se erige
sobre sueños alcanzados, sueños luchados con estoicismo, temple y rectitud.
Yo, que intento
dar concepto a mi amor por ti con éstos, los únicos símbolos que he aprendido
para hacerlo, siento que sólo podré amarte sin márgenes, sin barreras, sin
horizonte, siempre…
E inevitablemente,
terminaré de escribir inconforme, pues ni esta línea ni las anteriores se
parecen a lo que mereces leer.
Te escogí hoy y te
volveré a escoger en nuestra próxima oportunidad, para mirar arriba a mi
derecha, asirme a tu mano caliente perfumada de ajo y albahaca, y dejarme
llevar por los caminos que me quieras volver a llevar…
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