martes, 12 de julio de 2011

“Si me preguntan, digo que soy margariteño”

Por María Fernanda Espinoza para Tu Revista Sigo, edición marzo-junio 2011. Foto: Pedro Itriago

Javier Larrauri no sabía hacer otro oficio que ser arquitecto hasta que decidió, hace 17 años, venirse de Caracas, bajar El Portachuelo e instalarse en Santa Ana del Norte. Allí, en un espacio abrigado por montañas, tapizado de verde y donde el bullicio del tráfico capitalino se volvió canto de pajaritos y brisa de cuaresma,  Javier consiguió su verdadera pasión: hacer vitrales.

 Asegura que desde los años 70 él y su esposa visitaban Margarita cada vez que podían, y tanto les gustaba  “que nos preguntamos: ¿por qué no vivir aquí?”.

Nacido en Bilbao y criado en Caracas, Javier expresa con orgullo que si le preguntaran de dónde es, responde: “margariteño”. En tierras insulares se encontró con el otro amor de su vida: la luz… pero vista a través de vidrios de colores.  En esa casa al pie de una montaña del municipio Marcano, instaló su taller, en el que produce arte, pero también sustento.

Así, después de una jornada de trabajo “que empieza muy temprano”,  Javier suele irse –tres o cuatro días a la semana- a playa La Galera, en Juan Griego, donde montado en su Kayak, ve caer el sin igual atardecer…
“La Isla es mágica… Su luz, tranquilidad; es playa, pero también es montaña. Estoy feliz, me siento en mi tierra, en mi casa, no necesito más nada”, asegura complacido este artista “navega´o” que adorna con sus obras las ventanas y espacios de propios y extraños.

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